El salto cualitativo de la TV pública
Recientemente se cumplieron 71 años de la Televisión en Colombia, cuyo inicio formal quedó registrado en la historia el 13 de junio de 1954, fecha en la que se realizó la primera transmisión oficial. Eran tiempos difíciles, marcados por un contexto de violencia política, pero también era el inicio de desarrollos tecnológicos que hoy han cambiado para siempre el rumbo del País.
OPINIÓN
Por: Amanda Jaimes Mendoza *Gerente de Telecafé
8/14/20252 min read
Ese día nació lo que posteriormente se convertiría en una pujante, innovadora y dinámica industria audiovisual que, a la par de los avances tecnológicos, se ha convertido en uno de los motores de la educación, de la cultura y de la construcción de identidad.
Desde entonces, el desarrollo de la televisión pública no ha parado. El televisor se metió a cada uno de los hogares y por más de siete décadas ha estado construyendo identidad cultural y transformando vidas. Sus contenidos ahora están al alcance de todos quienes dispongan de un dispositivo móvil.
Llegar hasta aquí no ha sido ni mucho menos fácil. Lo que en el siglo pasado era ciencia ficción, hoy es una realidad cotidiana. Basta con encender el teléfono celular para acceder a ese universo digital, del que también ya hace parte la Televisión Pública.
En ese contexto los canales regionales, como Telecafé, están abocados de manera irreversible a ofrecer sus contenidos a través de desarrollos digitales como las aplicaciones. Competir o desaparecer: ese es el horizonte que enfrenta la Televisión Pública, en Colombia y en Mundo.
Por solo citar un ejemplo, TCPlay, la APP que este año activó Telecafé y que aloja los mejores contenidos de series, dramatizados, programas infantiles y de ficción, es apenas una muestra palpable de la evolución irreversible de un servicio público que exige calidad y alta factura. Es lo que se podría llamar el salto cualitativo.
Y aunque suene obvio, no lo es. Estos desarrollos, así como la oferta de contenidos digitales en redes sociales y la producción de series de talla internacional como La Vorágine (hoy retransmitida por la afamada HBO Max), han implicado días enteros y largas jornadas de trabajo con sus noches.
Ha sido un trabajo de más de un año y medio, para muchos invisible pero indispensable para mantener vivo este patrimonio público que se llama televisión regional.
En este proceso, por su puesto, brillan los talentos, la creatividad y el ingenio de quienes trabajan en esta romántica apuesta, que a veces parece una delirante vocación, por sus complejidades. Pero hay una realidad económica insoslayable: sin recursos no hay TV Pública.
Teniendo plena conciencia de esa realidad, Telecafé no solo ha dado el salto tecnológico. También ha sido necesario dar un viraje en la dirección de generar los ingresos que se requiere para garantizar a 2.6 millones de habitantes del Eje Cafetero y al resto de la audiencia en el país, que este patrimonio cultural y educativo no desaparezca.
La decisión ha sido encarar los desafíos, con fórmulas creativas y con el aprovechamiento de las capacidades desarrolladas durante sus 33 años de existencia. Por ejemplo, la posibilidad de apoyar políticas públicas que sigan impulsando las industrias audiovisuales, desde lo local y lo regional.
Telecafé, más allá de ser un canal regional de televisión pública, es una empresa con probada experiencia y trayectoria suficiente para acometer nuevos retos y proyectos, que van desde la capacitación de emprendedores del sector audiovisual, hasta convertirse en aliado estratégico para la mentoría y conformación de redes de comunicación audiovisual en plataformas digitales, que sigan impulsando el desarrollo regional y local.
El mundo de la Televisión y de la comunicación cambió. Telecafé ya hace parte de ese cambio, sorteando dificultades financieras heredadas, pero con la garantía de idoneidad y transparencia. Un salto cualitativo en el que el único límite es la imaginación.